La gran ola de Kanagawa, creado por Katsushika Hokusai, gran pintor y creador de Ukiyo-e en la era Edo (1830 o 1831). Este es uno de esos cuadros que todos hemos visto en algún lado, ya sea por la obra misma, alguna aparición en películas o series japonesas o incluso por el emoji que hace referencia a la gran ola.

Pero, ¿qué tiene de interesante esta obra?

En primera instancia, los componentes de la obra muestran la fuerza de la naturaleza, cómo el hombre no puede competir contra ella y además de contar con la presencia del icónico monte Fuji, que se ve mucho más pequeño que las olas que aparecen. Esta es sin duda una obra que muestra la furia de la naturaleza y cada detalle le da un toque incluso escalofriante y digno de una película del fin del mundo.
Lo más interesante acerca de esta pintura es que hubo un momento en la historia en que lo que muestra esa pintura realmente ocurrió. Sí, ocurrió en el Japón feudal, entrados en la época de la guerra Genpei, justo cuando los samurái dominaban el país del sol naciente, pero mientras Japón iniciaban así el siglo XIII, en Europa sufría el ataque de los mongoles.

La reputación de los mongoles, liderados por Genghis Khan, fue tal que eran realmente temidos; luego de la muerte del líder el trono fue tomado por Kublai Kan, quien gobernó de una forma más civilizada siendo nombrado emperador de china y dando un trato muy civilizado a su imperio; vivía en el famoso palacio llamado Shanadu.
Pero Kublai Kan seguía siendo un conquistador y su objetivo era Japón, fue entonces que en 1274 la flota yuan estaba formada por chinos, mongoles y coreanos, arrasando las islas de iki y sima, adornando sus barcos con los cuerpos de los japoneses caídos, cuando iban llegando a las costas de Hakata, una gran ola derribo a toda la flota de los mongoles.

Para 1281, hubo un segundo intento de invasión, para entonces el ejército samurái japonés se encontraba un tanto más preparado, además de que habían dejado de lado los conflictos internos. Comenzó la batalla entre el ejército chino-mongol y los japoneses duro algunos días y cuando de la nada, una vez más un gran tifón ataco y grandes olas acabaron con el enemigo.

Desde entonces el pueblo japonés considera este hecho como una bendición de dios, el viento divino, el Kamikaze (Kami- dios y Kaze-viento), término que fue utilizado después por el ejército japonés en la segunda guerra mundial y darle así un toque de romanticismo a los aviones bomba suicidas.

Y así es como esta pintura tiene gran peso histórico, si bien pudieron ser muchas las razones para que Japón se salvaron de dos intentos de invasión, la versión donde son elegidos por dios y fueron salvados por su poder es mucho más interesante… Ahora queremos saber, ¿qué opinan de esta obra y la historia detrás de ella?
Fuentes: Katsushika Hokusai, La expansión mongola, Bullymagnets